Antes de someter a la piel a cualquier tipo de tratamiento facial con cremas, lociones,  emulsiones o cualquier tipo de producto para la piel es indispensable conocer que tipo de piel tiene el paciente.

Piel Normal: Se presenta a simple vista, de aspecto liso, limpio y fresco. Es suave al tacto, firme y elastica. Los poros normales.

Piel Seca Deshidratada: Se la ve con simples descamaciones y áspera al tacto.

Esta descamación se ve mas acentuada con la lupa.
Deshidratación superficial sobre la piel fina poco queratinizada con orificios polisebáceos no visibles. Son propensas estas pieles a reacciones alérgicas con máculas pigmentadas. La queratina es la sustancia fundamental de la capa córnea. En climas secos o ventosos estas pieles poco lubricadas pierden la humectación. De todos modos hay otras patologías que cursan con la pérdida de la humectación como trastornos hepáticos o endócrinos. La ingestión de diuréticos también produce este estado de pérdida de agua.

Cutis Graso: Presentan tendencia a ponerse brillante con comedones que pueden provocar ardor e inflamación. La grasa es mayor en la pubertad donde aparece y se atenúa con los años. También aumenta la secreción en el período menstrual.

Cutis Seco: Es más frágil, presentando una cierta tirantez a consecuencia de tener bajo tenor graso. Presenta resequedad.  Tiene tendencia a formar arrugas antes de tiempo.

Cutis Mixto: A veces en la misma persona pueden estar el seco y el graso. Generalmente la zona central grasa formando una especie de letra T y los laterales mas seco.