Sin dudas, uno de los grandes deseos de la especie humana. La posibilidad de revertir el envejecimiento. La vida eterna, o por lo menos de muchísima mayor duración. Algo impensado hasta no hace mucho tiempo atrás. El siglo 21 está siendo protagonista de enormes cambios en la humanidad, y de manera cada vez más acelerada. Fue precisamente en el año 2006 cuando un científico japonés descubrió cuatro genes responsables de revertir el proceso del envejecimiento celular. Llamados los «genes de Yamanaka», en honor a su descubridor. Es importante aclarar que no estamos hablando de frenar sino de revertir este proceso natural. Estos genes están en todas las células, pero los tenemos inactivos. El gran desafío es entender mejor sus mecanismos de acción para poder activarlos.
Esto ya ha sido demostrado en cultivos celulares de tejidos de animales y de personas con edad avanzada. Los resultados fueron muy buenos, ya que se logró revertir el proceso de envejecimiento prácticamente hasta ser células recién generadas. Aún no se ha podido desarrollar en sistemas vivos humanos, dado que son de mayor complejidad. Hasta ahora se pudo comprobar en roedores seniles, que al recibir plasma preparado con estos genes revirtieron el envejecimiento celular hasta convertirse en ratas jóvenes. Pero en este caso se logró reducir su edad casi hasta un 50 %, no al 100 % como en el caso de las células cultivadas.
La evidencia demuestra que la vida del ser humano en promedio se ha extendido notablemente a lo largo de su historia. Hace 200 años aprox oscilaba entre 30 y 40 años. Hoy cerca de los 80 años. Por lo tanto si estos avances científicos continúan no debemos sorprendernos de la gran longevidad a la que se podría aspirar.
Bioquímico: Patricio Arroyo.